Educación por L. Ronald Hubbard (Parte 6/6)

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      No es necesario que toda la clase lea un solo libro. Eso disminuye el entusiasmo. Un niño puede dar un informe oral sobre un libro si se le pregunta: “¿Te gustó ese cuento, Juanito?”. “Puedes apostarlo. Caray. ¡Ese tipo sí que sabía pelear!”.

      Existen revistas para niños y niñas que están diseñadas para ellos y son suficiente para iniciar a un niño en una ruta de lectura. El cine tiene sus puntos buenos, son todos puntos de vagancia ya que no estimulan la mente a visualizar. La película lo da todo hecho y no deja nada que razonar.

      Y si queremos tener niños brillantes, debemos enseñarles a pensar. Todos lo han dicho pero nadie tiene una verdadera respuesta.

      Mientras los niños y los jóvenes disfruten de sus estudios continuarán estudiando a lo largo de su vida, y de eso depende su felicidad.

      La habilidad para asociar hechos con el fin de formar una solución depende de los hechos que se posean y de nada más. Aquí no hay ni abracadabras ni el tam tam de los tambores. Es obvio que la mente humana es una máquina calculadora y ningún oficinista es tan tonto como para pensar que su calculadora le dará el total de sus cuentas mensuales si no introduce en la máquina las cifras que hay en sus libros de contabilidad. Esta es una ley inmutable y es bien conocida.

      Entonces, permíteme preguntar: ¿Cómo es posible que alguien resuelva algo si no tiene, al menos, cierto conocimiento al respecto? ¿Cómo es que un pensador experto puede tomar ciertos fragmentos de algo y deducir del todo, cuando hombres que han trabajado como esclavos toda su vida en ese campo no han vislumbrado la verdad? Ese es el caso de un joven maquillador que fue rechazado por todos los químicos del país, y que al final estudió unas cuantas semanas y fabricó su propio plástico.

      Todos se asombran ante esta extraña manifestación. Pero no es extraña y si queremos que nuestros hijos tengan vidas más felices, debemos enseñarles de tal manera que sean capaces de resolver con prontitud cualquier problema normal. Para lograrlo debemos tener hechos, hechos verdaderos que permanezcan con el niño.

      Abrirle a alguien la tapa del cráneo y meterle cuarenta libros para darle a su dueño un diploma y un título, no es educación sino carnicería.

      Tenemos bibliotecas y no necesitamos archivos animados.

      Es cierto que el muchacho o la muchacha que se gradúa con el primer puesto de su clase, por lo general consigue un excelente trabajo, pero casi siempre como archivo ambulante. Esto no es justo para ellos. Es cierto que sus diplomas y calificaciones fueron un factor importante para elevarlos a una posición tan alta, ya que la “sociedad” valora esas cosas, pero es muy infeliz el padre cuyo hijo de pronto se cansa y se apaga bajo el bombardeo de datos, la vergüenza del fracaso y el desprecio de sus mayores. A esto, por lo general se añade la vergüenza y aun la ira de sus padres. ¿Alguna vez habrá existido locura semejante?

      En ocasiones un muchacho o una muchacha con gran capacidad de razonamiento y sin mucha preocupación, se eleva a toda velocidad al primer puesto de su clase y obtiene distinciones académicas y logros atléticos, al parecer sin importarle demasiado. Su destino es mucho mejor, pero estos son los verdaderos genios del mundo y el sistema educativo ha impedido que lleguen a ser “las personas de éxito” que podrían haber sido.

      Nos enfrentamos al desempleo y muchas de las tareas de menor importancia están en manos de personas que se prepararon para mejores puestos. Encontramos a la chica que se especializó en decoración de interiores en unos grandes almacenes ganando un sueldo ridículo si se compara con lo que costó su educación. El ingeniero se convierte en topógrafo ya que los puestos relacionados con la construcción de carreteras los tienen los sobrinos de los miembros de la junta de comisionados. Un biólogo profesional se encuentra, a los cuarenta años, vendiendo zapatos.

      Esto no sucede porque sean menos brillantes, sino porque en el mundo hay un exceso de diplomas. De hecho, los hombres y mujeres que se ven obligados a aceptar esos puestos, con toda probabilidad son los mejor capacitados para ocupar las posiciones más altas. Recomendable es graduarse en un lugar promedio en la clase, pero no así para el mundo de los negocios. Sin embargo, todo esto va a cambiar dentro de muy poco.

      Cualquiera de estas personas sería un buen educador, en particular cuando han luchado contra el mundo, para su propio asombro. Si se les dieran puestos educativos dentro de su propia línea, el personal docente, que en la actualidad está agobiado por exceso de trabajo, podría tener una pequeña oportunidad de vivir con más calma sin sufrir en el aspecto económico ni en su reputación, ya que cuando el ejército crece, los sargentos siempre ascienden a capitanes.



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