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Se han realizado abundantes tests y se ha comprobado, que cuando se usa una palabra que el lector u oyente desconoce o para la cual tiene una definición equivocada, todo lo que se diga o se escriba después de esa palabra quedará, cuando menos, en blanco. Por lo tanto, debemos dar definiciones o convencer a otros para que lo hagan. Sería un error no decir lo que uno está tratando de decir. La habilidad se requiere para expresar lo que se quiere expresar en la forma en que quiere expresarse y además estar seguro de que se entiende con facilidad.
El pensamiento es complejo, pero el lenguaje es rico y lleva, en sí, el mayor peso de la cultura e ilustración en cualquier civilización de gran altura. Está ahí para usarlo, no para abandonarlo. La tarea es reconciliar su uso con su comprensión potencial. Puede hacerse.
No es suficiente suponer el significado de las definiciones, ya que esto también tiene el efecto contraproducente de la incertidumbre. Vale la pena ahondar en los diccionarios y las obras clásicas, en las definiciones exactas y en ocasiones numerosas de las palabras. Las palabras no son sólo un árido tema académico. Llevan la corriente de una civilización que progresa. Están ahí para usarse en tu vivir. En ellas se encierra el conocimiento y el contenido del mundo.
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